Por Fernando Pequeño Ragone
La pluralidad y la diferencia nos potencia a todos y todas, inyectando vida y energía creadora a la sociedad en que vivimos.
Por eso quienes defendemos la comunidad de la diversidad sexo afectiva y su derecho a existir, manifestarse y ser visibles; festejamos las conquistas de derechos logradas durante los últimos diez años. Lo hacemos hoy junto a grupos minoritarios que necesitan más fuerza en sus voces para ser ciudadanos como cualquiera.
Lo hacemos junto a gitanos, negros, indios, bolivianos del trabajo golondrina; y todos quienes son explotados por un sistema que hace de las diferencias; JERARQUIAS, para minorizarnos frente a la ley, y así dominarnos y excluirnos; una y otra vez.
Hoy ya no tenemos vergüenza, porque hemos aprendido que la identidad genuina nunca es una vergüenza. Que la vergüenza es negarle y robarle al otro la identidad, que la vergüenza es minorizarlo para hacer del mundo un lugar de iguales.
No somos iguales, somos diferentes y potentes en nuestras habilidades para trabajar, amar y estar en el mundo. Potentes en nuestras habilidades para resolver los conflictos y ser ciudadanos democráticos en la igualad como en la diferencia.
Potentes porque hemos aprendido que la diversidad somos todos. Porque hemos aprendido de la sangre derramada, que le costó a nuestro amado país forzar la igualdad para unos pocos. Lo hemos aprendido a costa de la vida de muchos amigos y amigas que ya no están, que se fueron para siempre en manos de algunos policías abusadores del poder que le conferimos todos, del sida, de la tristeza de la discriminación en sus propias familias que se supone que debían cuidarlos.
Sus luchas nos marcan hoy nuevos caminos para profundizar las conquistas. Tenemos que conseguir el acceso al trabajo para las compañeras tans y la educación policial para que las dejen de matar. Tenemos que conseguir que las compañeras lesbianas no sean doblemente discriminadas por su sexualidad y por ser mujeres. Y que los compañeros gays puedan negociar vivir sus masculinidades sin temor a perder el lugar de varones en esta sociedad en la que nos sentimos orgullos y orgullosas de vivir.
Vivimos hoy un mundo en el que las conquistas comenzadas por muchos desde los sesenta, nos han convertido en actores políticos en igualdad de condiciones para representarnos. HOY TENEMOS VOZ.
Hoy el camino es la igualdad de todos y todas en nuestra comunidad diversa, para que los privilegios de algunos no se conviertan en la explotación de unos por otros. Ese es el punto en el que un sistema perverso de lucha por el poder nos iguala con los que se autoproclamaron los iguales.
Con las conquistas de la identidad de género y el matrimonio igualitario, el desafío es hacer del aprendizaje que tuvimos por el sufrimiento de la exclusión y de la diferencia; pura IGUALDAD, pura DEMOCRACIA, pura OPORTUNIDAD para seguir creciendo todas y todos juntos, con más fuerza que nunca antes.
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